El taichi es un arte marcial cuyo origen se ubica en el norte de china en la montaña de Wudang en torno al siglo XII y cuya práctica se mantuvo en secreto hasta el siglo XIX. Como método de combate el taichi es un sistema de autodefensa en el que aprovecha la fuerza del atacante para devolvérsela.
Su nombre ha sido traducido como boxeo de las sombras, boxeo supremo, puño supremo definitivo, combate del fundamento supremo, significando quan puño y otros.
El taichi está fundamentado en la antigua tradición taoísta en la búsqueda en las cosas del centro que nos permite unificar todos los contrarios aparentes (yin – yang).
En este sentido se considera un arte marcial interno porque se busca el cultivo del espíritu a través de una actitud meditativa en el movimiento y por eso siempre se intenta mantener centrado metal y físicamente en medio de la lucha. En esto se diferencia de las artes externas que buscan el desarrollo de la fuerza externa.
Estos principios se aplican en el taichi como sistema de ejercitación corporal sin contacto físico en el que se enlazan una serie de movimientos fluídos, rítmicos y relajados, muy bien coordinados con la respiración y trabajando continuamente en un estado de alerta pero con gran calma mental, por lo que podemos considerar al taichi como una forma de chikung.
El taichi también recoge los conceptos de la medicina tradicional china teniendo muy presente la circulación de la energía a través de los meridianos y la ley de la transformación de los cinco elementos.
Este sistema de trabajo complementa la movilización relajada de todo el cuerpo con un trabajo mental de atención en el movimiento y la respiración por lo que se convierte en un sistema de trabajo muy beneficioso para la salud.
Los beneficios físicos del taichi son diversos, así se desarrolla la resistencia, flexibilidad, equilibrio y coordinación, a parte de activar una respiración saludable así como unos hábitos relajados de movimiento.
Al desarrollarse el trabajo de una manera suave y sin impactos (caídas, golpes, saltos) el cuerpo se fortalece sin sobrecargar las articulaciones por lo que el riesgo de lesiones es menor que en otras actividades.
Por otro lado, el mantenimiento constante de la atención en un repertorio variado de movimientos cuidando el buen alineamiento de la postura corporal ayuda a mejora la percepción corporal y la coordinación, con ello el control sobre la tensión muscular, lo que se traduce en una actitud corporal más relajada y en un mayor autodominio físico y mental.
Por todos estos motivos el taichi se convierte en una forma de trabajo apta y enriquecedora para todo tipo de personas sin que la edad se convierta en un obstáculo.
La metodología del taichi se basa en la realización de una serie de movimientos que se coreografían para mantener la continuidad en la acción, y siempre bien coordinados por medio de la respiración.
Al margen del tipo de movimientos utilizados los beneficios del taichi vienen derivados de la “manera” en la que se llevan a cabo, y para ello la práctica del taichi viene unida a una serie de principios de trabajo, que están muy relacionados con la perspectiva filosófica que lo respalda.
Los movimientos en taichi se realizan de forma circular para mantener la continuidad en la acción de manera que se evitan las líneas rectas, porque son movimientos angulosos que en algún momento tienen que frenarse porque su recorrido llega a un final en el que se debe cambiar de dirección.
la atención se mantiene centrada en la totalidad del cuerpo sin concentrar nunca la atención en una parte del cuerpo aislada. De esta manera el movimiento de un pie se realiza sin perder la atención en las manos, en la lengua, etc.
Con esta atención global buscamos una ejecución relajada de los movimientos, lo que facilita una mejor circulación de la energía por el cuerpo. La relajación muscular requiere trabajar con la tensión muscular justa, la que nos mantiene bien erguidos pero no rígidos, sin confundir la relajación con la falta absoluta de tono muscular, que nos hace estar flácidos, sin vida.
Esta relajación muscular es posible si hay un punto de apoyo sólido donde descargar el peso con confianza, y en este sentido es muy importante la idea de enraizamiento, por la que el peso cae totalmente sobre los pies para facilitar la conexión con el suelo (echar raíces) y así el intercambio de energía con él.
El buen enraizamiento se consigue gracias a un buen posicionamiento de los pies que están separados adecuadamente para aumentar la estabilidad, sintiendo el apoyo en toda la superficie del pie, sin cargar el peso aisladamente sobre las puntas, talones, exterior, o sobre un pie sólo excepto cuando vamos a desplazarnos.
La estabilidad del centro de gravedad va a ser adecuada si flexionamos las piernas para acercarlo al suelo y si lo centramos entre ambos pies. Tenemos que evitar los movimientos que nos desequilibren, procurando que la amplitud de las acciones sea la justa para no sacarnos de nuestro centro.
Estas acciones físicas nos van a facilitar adoptar una actitud mental de vacío en la que tratamos de parar la mente y evitar todo tipo de pensamientos, para poder centrarnos en la percepción y en consecuencia en todo lo que sucede en el presente, facilitando así la circulación de la energía. Como estamos sentando unas buenas bases para la relajación física nos va a ser más fácil alcanzar la relajación mental.
La postura corporal es muy importante para poder mantener el cuerpo equilibrado y facilitar los movimientos. En el taichi la postura corporal tiene que facilitar la circulación de la energía y el flujo relajado de los movimientos. Para adoptar la postura del taichi vamos a centrarnos en los siguientes aspectos:
Empezando desde los pies, estos se sitúan paralelos y separados a la anchura de los hombros, para repartir el peso entre los dos y con una buena distribución del apoyo en toda la superficie del pie.
Las rodillas se mantienen ligeramente flexionadas para facilitar los movimientos, la buena circulación de la energía, y para mantener el centro de gravedad más cerca del suelo.
La pelvis se gira hacia atrás, evitando sacar culo pero sin forzar la posición para conseguir que la zona lumbar y así la espalda se mantenga recta. La zona cervical también se trata de mantener recta intentando pegar el mentón al cuello, pero siempre sin forzar ninguna posición.
La soltura de la espalda se consigue gracias a un ligero alargamiento de la espalda, con la idea de suspender la cabeza con un hilo desde la nuca.
El pecho se hunde para redondear ligeramente la espalda en contraposición a la idea de sacar pecho.
El trabajo de los brazos tiene que ser lo más económico posible por lo que los hombros se mantienen bajos y relajados sin pegar los brazos al cuerpo y de la misma manera los codos los dejamos bajos siempre que se pueda.
La flexión de los codos al igual que la de las rodillas tiene que ser ligera para facilitar el flujo de la energía. En este sentido hay que evitar dejarlos rectos o excesivamente flexionados.
Por último no olvidar pegar la punta de la lengua al paladar cerca de los dientes para facilitar la relajación de esta y la circulación de la energía.
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