Los minerales son elementos inorgánicos sólidos presentes en la naturaleza, siendo algunos de ellos utilizados por los organismos vivos para el desempeño de sus funciones vitales.
En este sentido, del centenar de elementos químicos conocidos, tan sólo hay veinticinco que se consideran esenciales para el desarrollo de la vida animal.
Entre estos elementos esenciales, el 96% del peso corporal está sustentado por cinco de estos elementos (hidrógeno, oxígeno, carbono, nitrógeno y azufre) ya que son los elementos constitutivos de los distintos principios inmediatos (proteínas, carbohidratos y lípidos), así como del agua (hidrógeno y oxígeno).
Por otro lado, la aportación del resto de los elementos es más discreta a nivel cuantitativo, representando el 4 o 5% del peso total, aunque no por ello su aportación es menos importante.
Porque los minerales cumplen en el organismo funciones estructurales y reguladoras, que son dos de las tres básicas funciones de los nutrientes que encontramos en los alimentos.
Así a nivel estructural, los minerales son esenciales para la constitución de los tejidos del cuerpo, como pueden ser los huesos, dientes, músculos y otro tipo de estructuras inorgánicas.
Por otro lado, a nivel regulador, los minerales participan en diversos procesos internos, como pudiera ser la contracción muscular, el impulso nervioso, la creación de glóbulos rojos, etc; así como en el control del balance de líquidos corporales.
Los minerales no pueden ser producidos por los seres vivos, de ahí que estos tengan que captarlos del mundo exterior a través de la alimentación.
De esta manera, las plantas absorben los minerales del suelo y los animales los obtienen a través de sus alimentos, ya sean plantas o animales, así como a través del agua, que suele ser portadora de ellos en cierta cantidad.
En el caso de los seres humanos, la absorción de los minerales se produce a través del intestino, y está condicionada por la necesidad existente, la presencia de otros minerales, o por el exceso de dicho elemento, ya que ambas situaciones pueden llegar a alterar el desarrollo normal de las funciones vitales.
En este sentido, cuando el cuerpo necesita un mayor aporte de minerales el cuerpo reacciona aumentando su capacidad de absorber minerales de los alimentos ingeridos, mientras que reduce la absorción y aumenta la eliminación si existe un exceso de los mismos.
De esta manera el organismo trata de compensar la constante pérdida de minerales que se produce a través de los procesos de excreción (orina, sudor y heces), tratando así de mantener cubiertas las cantidades necesarias para el desempeño de las funciones vitales.
Por lo tanto, el aporte de minerales ha de ser tenido en cuenta si se va a practicar algún tipo de disciplina deportiva de una manera regular, especialmente si se trata de aquellas en las que existe una preocupación especial en el control del peso corporal de cara al aumento del rendimiento en dicha actividad, como ocurre en el caso de la gimnasia o en los deportes de lucha.
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