Un buen calentamiento, normalmente permite que los tendones trabajen con una mejor temperatura, y con mayor fluidez, coordinación y adaptación en sus movimientos, lo que protege a los tendones de los movimientos violentos imprevistos.
Una mala preparación física, hace que al involucrarnos en alguna actividad que supere nuestra capacidad, podamos sufrir sobrecargas en los tendones, que puedan derivar en inflamación y lesión.
Como ya se dijo, la actividad no tiene porque ser muy dura para producir lesión de tendones. Tan sólo con que esta sea repetitiva (por ejemplo al pintar la casa permanecemos con el brazo elevado mucho tiempo) ya corremos el riesgo de lesionarnos.
El hábito de calentar y estirar se hace por ello necesario no sólo en las actividades deportivas, sino en las laborales, para prevenir la aparición de lesiones profesionales.
La flexibilidad mejora la coordinación de los músculos, y contribuye a que trabajen de una manera más éficaz, relajándose cuando no van a utilizarse.
La falta de flexibilidad, fomenta la rigidez de las articulaciones. Con esta rigidez estamos generando un exceso de tensión en tendones y músculos que en condiciones normales deberían estar relajados. La tensión crónica en una articulación puede debilitar la zona y producir tendinitis.
Sin embargo, no hay que perder de vista, que los estiramientos generan tensión en el músculo y en los tendones, por lo que si el tendón ya está dañado, puede contribuir al empeoramiento de la zona.
Por este motivo, si la lesión ya se ha manifestado, es más beneficioso el trabajo de relajación para reducir la tensión del músculo y mejorar la recuperación.
A la hora de tratar la tendinitis, lo fundamental es reducir la inflamación. Los medios antiinflamatorios nos van a ayudar (acupuntura, electroterapia, aplicar frío en la zona, pomadas y antiinflamatorios).
Otros problemas de tendón
La distensión es un sobreestiramiento del tendón sin rotura de fibras. Si se cuida adecuadamente se recupera pronto, gracias a sus propiedades elásticas.
Pero si se ha dañado alguna fibra colágena, la curación se retrasa bastante.
La distensión se identifica con un dolor agudo y corto al presionar el tendón.
Se aplica frío y se inmoviliza la zona si sucede. Y se mantienen estas medidas si no se atenúa el dolor en poco tiempo.
La rotura del tendón se percibe con un dolor fuerte y repentino. Resulta imposible la movilización de la zona y se produce un hueco en el lugar de la rotura, que desaparece rápidamente al crecer la inflamación de la zona.
Al producirse, hay que aplicar frío durante un par de horas, inmovilizar la zona y elevar la zona para evitar que se acumule más sangre, aumente la inflamación y con ello el dolor. Es importante acudir al médico lo antes posible.
La rotura tendinosa no es patrimonio de tendones desgastados solamente. Los tendones sanos también corren el riesgo de sufrirla en una serie de circunstancias:
– Si se favorece el desarrollo muscular con ayudas externas (farmacológicas), este siempre va a ser más rápido que el de los tendones.
Si se produce algún esfuerzo muscular extremo, el tendón tiene que soportar la potencia de contracción de un músculo mucho más desarrollado, y si no puede soportar esta tensión puede romperse.
– Si se frena bruscamente un movimiento. Es el resultado de una contracción muscular muy violenta contra una resistencia muy grande. Es propio de las caídas.
– Algún golpe sin herida, sobre un tendón tenso.
Por el momento vamos a poner fin al tema de los tendones.
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