El apoyo tiene que garantizar que la columna vertebral no pierda su posición normal, que está diseñada para descargar el peso hacia el apoyo de una manera equilibrada y sin generar problemas en la espalda.
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La postura sentada (III): El apoyo y los respaldos
Los asientos que utilizamos normalmente presentan 2 superficies de apoyo. El apoyo donde posamos nuestras queridas posaderas y otra superficie en la que apoyamos la espalda. En algunos casos, como las sillas de oficina, tienen también apoyo para los brazos.
Según el tipo de asiento, los ángulos que tienen las 2 superficies de apoyo varían, así como la forma y dureza de la superficie.
Pero para sentarnos no necesitamos más que la superficie inferior. El apoyo de la espalda sirve para facilitarnos la labor y hacernos la postura más cómoda y descansada, pero más que una ventaja en algunos casos se puede convertir en un inconveniente.
En principio, cuando apoyamos la espalda en el respaldo nos relajamos y nuestra musculatura deja de realizar su trabajo para mantener la postura. Esto hace que nos hundamos en el asiento, lo que produce tensiones y deforma la postura y las curvas naturales.
Por otro lado, el peso del cuerpo no se descarga sólo verticalmente, sino también sobre el respaldo. Este reparto de peso hace que el recorrido descendente del peso no siga la trayectoria más conveniente para la columna vertebral.
La postura sentada (III): El apoyo y los respaldos
Estos inconvenientes hacen que la postura sentada no de pie a tanta relajación. El respaldo trasero no es preciso para estar sentado, y su uso solo es conveniente si tiene las características adecuadas.
El único respaldo adecuado es aquel que nos ayuda a mantener la curva lumbar natural, porque es la forma de mantener bien organizada la columna vertebral.
En este sentido, las sillas que están curvadas ligeramente hacia dentro ocupan los espacios que deja libre la columna al mantener su curva lumbar y permiten que se apoye en el respaldo la mayor superficie posible de la espalda. En este sentido, el respaldo tiene que llegar en altura hasta los omóplatos.
Todas las vértebras descansan apoyadas en el respaldo sin hacer esfuerzos musculares para mantener dicha postura y la descarga del peso se realiza verticalmente.
Las vértebras tienen que descansar unas sobre otras bien organizadas, para que la carga recaiga en el centro de su apoyo y se consiga esta transferencia de peso de la manera más adecuada.
Toda alteración de la postura, hace que las vértebras carguen su peso en zonas externas, y estos huesos no están diseñados para esta situación.
Por ejemplo, al apoyar el peso en respaldos inadecuados, la curva se hará recta, o se invierte totalmente. Esto ocurre cuando nos hundimos en el asiento y nos apoyamos sobre la zona lumbar, cargando el peso en esta zona.
La zona anterior de las vértebras soporta una mayor presión del peso, y la zona posterior se elonga y se libera de presión, facilitando que los discos intervertebrales se desplacen a esta zona para compensar este desequilibrio.
Esta situación genera una fuerza tangencial sobre las vértebras, y con ello un amento de tensión que puede ser superior al 40% de la que soportaría si estuviera bien sentado. Esto es muy peligroso y puede provocar a largo plazo hernia de disco o lesiones lumbares.
Si la silla no está diseñada para respetar esta curva, nosotros podemos compensar esta situación añadiendo un soporte adicional, que puede ser un pequeño cojín o una toalla enrollada.
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